La entrevista apareció en La Vanguardia el 18 de Mayo de 2006, en La Contra
"Mi mente funciona como un videojuego"
¡Hoy cumplo 79 años! Nací en Sabadell y vivo en Bellaterra. Soy escritora. Ni me he casado ni he tenido hijos: no he sentido esa vocación. ¿Política? Miremos todos adelante, no atrás. Soy cristiana, porque Jesucristo es el único líder coherente que conozco. Disfruto tanto escribiendo... que se me han pasado 50 años sin darme cuenta
VÍCTOR-M. AMELA - 17/05/2006
- Enero de 1954: gana el Nadal.
- Sí. Con mi novela Siempre en capilla. Tenía 26 años.
- Desbancó usted a Juan Goytisolo... ¿La felicitó él?
- No.
- Quizá sintió celos.
- No sé...
- ¿A qué escritores admira usted?
- Siento envidia cuando uno logra conmoverme: "¡Ah, si yo escribiese así...!", pienso. Me pasa con Stefan Zweig, John Steinbeck...
- ¿Su vida ha sido de novela?
- Amigos míos me dicen: "Escribe tu biografía". No lo haré, porque no me gusta hacerme daño: hay recuerdos que duelen...
- ¿A qué se refiere?
- Sucedieron cosas durante la República, siendo yo niña, que nos hicieron llevar luto.
- ¿Qué pasó?
- No me lo haga contar, por favor.
- Discúlpeme... ¿Cómo resumiría su vida?
- Escribí teatro y fui actriz, junto a mi hermana gemela. No tuve vocación de esposa y madre, pinté, viajé, cuidé de mis padres, y he escrito todas las horas que he podido...
- ¿Qué contaba en Siempre en capilla?
- Tres médicos en un hospital inglés luchan contra la gran mortandad infantil que provocaba la difteria.
- ¿Qué le movió a escribir una novela así?
- Vengarme de un gran disgusto: yo estudiaba Medicina, pero tuve que dejarlo al ver que en casa no podían costearme la carrera... Y volqué en mis médicos de ficción todo lo que yo hubiese querido hacer en la vida real.
- ¿Desde cuándo escribía usted?
- Desde niña: me venían a la mente personajes, situaciones, y me entretenía enredándolas, desarrollándolas... ¿Ha visto a un niño con un videojuego, cómo sigue la trama...?
- Lo he visto: tengo dos niños. ¿Por qué?
- Porque a mí me pasaba igual: llevaba mi videojuego en la mente. ¡Y todavía lo tengo!
Estoy en una cola, una sala de espera... ¡y me empieza a funcionar! Y me embeleso, voy jugando a seguir una historia hasta el final... ¡Y por eso yo jamás he sabido qué es aburrirse!
- Pero no ha publicado nada en 52 años...
- Pero he ido construyendo historias, escribiéndolas... Además de la que ahora publico, Foc latent,tengo unas diez novelas terminadas, y otras a medias. He ido escribiéndolas simultáneamente durante estos años...
- ¿Y por qué no las daba a publicar, mujer?
- Es que lo del Nadal me alteró mucho la existencia, me incomodó, hubo ciertas cosas que me afectaron, me hirieron...
- ¿Qué cosas?
- Los periodistas me hacían fotos, comentaban mi peinado, mi figura, mis zapatos, mi vestido... ¡Yo no escribía novelas para eso! Me incomodaba, me disgustaba. Mi hermana me decía: "Pero ¿de qué te quejas, Lluïsa? ¡Si sólo te dicen cosas bonitas...!". Sí, ya..., ¡pero yo no buscaba nada de eso! A mí me interesaba la literatura, no la alfombra roja.
- ¿Padeció actitudes machistas?
- No sé si era machismo, pero de un escritor no se decía todo lo que se decía de mí.
- ¿Qué fue lo que más le hirió?
- "No tiene cara de haberla escrito ella": ¡insinuaciones calumniosas! ¿Y de qué tenía yo cara, entonces? ¿De ladrona de novelas? Pero no eran acusaciones concretas... ¡Ojalá, porque hubiese podido defenderme! Pero no; eran sólo comentarios... Yo procuraba ignorarlos, pero al final te hieren...
- ¿Y qué hizo?
- Me escondí. Mis padres tenían una tienda de lanas en Sabadell, y dejé de atender a los clientes. "Esa chica de Sabadell", comentaban desdeñosos algunos escritores, quizá celosos... Y me fui un año a Londres.
- ¿Y de qué vivía?
- La novela se tradujo, me ha rendido muchos beneficios, y los administré bien.
- ¿Los editores no le pedían más novelas?
- ¡Sí! "¡No piensas en los lectores!", me recriminaban. "¡Porque pienso en ellos no quiero darles algo que no esté a la altura!", respondía yo. ¡Después del Nadal, no podía decepcionarles! "Pero tu nombre tapará cualquier deficiencia, mujer", me animaban. No me entendían: "¡Lo que yo quiero es que la calidad de la novela tape mi nombre!". Y seguí corrigiendo, retocando, reescribiendo...
- Competía usted consigo misma.
- Sí. Y cuando ya las iba teniendo acabadas, pensaba: "¿Qué editor querrá esta novela hoy? Los que yo conocí ya han muerto, pobrecitos...". E iba acumulando las novelas.
- ¿Y cómo ha sido lo de lanzar Foc latent?
- María Teresa, una amiga convaleciente de una operación, me rogó que se la dejase leer. No pude negárselo. Ella se la pasó a otro amigo, éste a un filólogo... que contactó con el editor. Que me llamó y me pidió publicarla ¡sin saber que yo era la ganadora del Nadal de 1954! Esto me ha animado mucho.
- ¿Y no piensa ahora que quizá ha estado perdiendo demasiado tiempo?
- ¡No! He cuidado de mi madre hasta que murió en 1994, con 92 años. Ella a veces me decía: "¡Ay, Lluïsa, cómo lamento robarte tiempo! Cuando yo no esté, tú publicarás...".
- Y acertó.
- Pero, para mí, primero era ella antes que nada. Lo que yo hacía por ella ¡lo hacía por gusto! Y, luego, todas las horas que podía, las dedicaba a escribir. Y cuando estoy escribiendo..., ¡ah, soy tan feliz...! Las horas me vuelan, de tan a gusto que estoy: y así han pasado estos 52 años, sin darme ni cuenta...
- Pues son muchos años...
- Sí, sí, pero ya verá usted cuando tenga mi edad y le pregunten: "¿Y qué has hecho durante todos estos años...?". Y quizá usted haya hecho esto y aquello, sí, pero se quedará usted mudo, no sabrá usted explicar cómo han pasado tan rápido tantos años, ya verá...